Tres veteranos científicos que lograron en los años sesenta dominar la luz y dieron lugar a aplicaciones prácticas en la electrónica y las comunicaciones han obtenido el premio Nobel de Física. Fruto de su trabajo pionero son los sensores de imagen de las cámaras digitales -los llamados ojos electrónicos- y la transmisión por fibra óptica a larga distancia a casi la velocidad de la luz.

Charles Kao Kuen, George Smith y Willard Boyle, premios Nobel de Física.

Charles Kao Kuen, George Smith y Willard Boyle, premios Nobel de Física.

Willard Boyle (nacido en Canadá en 1924) y George Smith (nacido en 1930 en Estados Unidos) crearon en los míticos Laboratorios Bell estadounidenses el circuito semiconductor de imagen CCD (Charged Coupled Device), el sensor que es la base de la fotografía digital y ha introducido los píxeles (unidades de información) en el lenguaje habitual. Por ejemplo, el telescopio espacial Hubble toma sus espectaculares imágenes a través de una avanzadísima cámara CCD. Estos científicos comparten la otra mitad del premio.

Charles Kao, nacido en China en 1933 y que trabajaba en los laboratorios de Standard, en el Reino Unido, puso las bases para una transmisión eficiente de una enorme cantidad de información a través de la luz por las fibras ópticas, sin la cual no existiría la comunicación casi instantánea como la de Internet. Se lleva la mitad del premio, dotado con 975.000 euros.

«Son inventos que han cambiado completamente nuestras vidas y también han proporcionado herramientas para la investigación científica», dijeron los representantes de la Academia de Ciencias sueca durante el anuncio del galardón ayer en Estocolmo.

Boyle, que tiene la doble nacionalidad canadiense y estadounidense, se mostró ayer en plena forma a sus 85 años en una aparición en la televisión canadiense desde su residencia de Nueva Escocia. «Cuando me llamaron a las cinco y cuarto de la madrugada pensé que era una broma», dijo, al igual que muchos otros galardonados antes que él. Para Boyle, su mejor recompensa es haber permitido obtener imágenes de alta calidad de la superficie de Marte.

Su compañero y discípulo Smith se limitó ayer a decir desde su casa en Nueva Jersey (EE UU): «Tengo 79 años, no creo que mi vida vaya a cambiar mucho. Ni siquiera necesito un barco más grande».

La tecnología CCD se basa en el efecto fotoeléctrico que predijo Albert Einstein, y que le valió el premio Nobel en 1921. Este efecto hace que la luz se transforme en señales eléctricas. El hecho de que permita captar imágenes sin recurrir a la película ha hecho explotar las posibilidades de la fotografía y el vídeo, incluidas las científicas. El formato digital facilita la transmisión de las imágenes por las redes mundiales de comunicaciones, basadas en gran parte en la fibra óptica, de la que ya hay instalados 1.000 millones de kilómetros.

Sin embargo, cuando Boyle y Smith empezaron a trabajar en este tema en septiembre de 1969, lo que querían era mejorar las memorias electrónicas. No lograron su objetivo (estaban espoleados por sus jefes, que plantearon un concurso interno para mejorar la memoria de burbuja, otro invento de Bell Labs) pero cambiaron la forma de tomar imágenes. Durante su trabajo allí, Smith consiguió 30 patentes, y Boyle participó en el programa Apolo.

«El premio es totalmente inesperado para mí», afirmó ayer, por su parte, Kao a través de un comunicado de la Universidad de Hong Kong, de la que fue vicepresidente hasta su jubilación en 1996. «Las fibras ópticas han cambiado el mundo de la información en los últimos 40 años. Se debe a las redes de fibra óptica que las noticias viajen tan rápidamente».

Las fibras ópticas, fabricadas de vidrio, son muy finas y parecen muy frágiles, recordó ayer la Academia de Ciencias de Suecia. Sin embargo, sus propiedades ópticas son distintas de las del vidrio del que proceden. Son fuertes, muy ligeras y flexibles, por lo que se pueden manipular e instalar fácilmente, y su capacidad de comunicación no resulta afectada ni por los rayos ni el mal tiempo.

La primera fibra óptica comercial fue fabricada en 1970, por una empresa que creyó en el trabajo de Kao. Hasta 1988 no se tendió el primer cable de fibra óptica (esencialmente un manojo de fibras con una cubierta) submarino, entre Estados Unidos y Europa y ahora los tendidos de fibra óptica, todos seguidos, darían 25.000 veces la vuelta al mundo. La atenuación de la luz que se produce de todas formas a lo largo de la fibra, que puede ser de muchos tipos distintos, se recupera actualmente con amplificadores ópticos, en vez de los antiguos electrónicos, que suponían mayores pérdidas.

Vía: El País