El uso de las palomas como mensajeras durante la guerra es algo conocido por todo el mundo, pero que también fueran fotógrafas y tuvieran cámaras adecuadas a su tamaño, seguramente sorprenda a más de uno. Pero efectivamente, a principios del siglo veinte, concretamente en 1907, se inventó este tipo de fotografía aérea.
La idea surgió de Julius Neubronner, un boticario que trabajaba con palomas para hacerle llegar a sus clientes las medicinas. Después de que una de ellas volviera tras cuatro semanas, decidió inventarse algo para averiguar a qué se dedicaban sus palomas cuando llegaban tarde.
Las cámaras pesaban de 30 a 75 gramos, e iban colocadas con un arnés al pecho de las palomas, previamente entrenadas para cargar con ese peso extra. Neubronner hizo la primera prueba soltando a uno de sus pájaros a unas 60 millas de su casa. Las aves, encantadas con ser liberadas, volaban haciendo la ruta que les correspondía, de manera directa, aunque seguramente alguna se entretendría por el camino, como la que se retrasó.
El boticario solicitó una patente de su invento en 1907, pero se la denegaron porque en la oficina, los funcionarios no creían que unas palomas domésticas tuviesen suficiente capacidad para cargar con las pequeñas cámaras. Visto el panorama, le pidieron pruebas gráficas de que sí que podían, así que al año siguiente les mostró fotografías y fue entonces cuando se le concedió la patente.
Su invento se convirtió en un éxito viral en 1909 cuando realizó una demostración en el International Photographic Exhibition, en Desdre, Alemania. Lo que hizo fue que sus palomas volaran mientras la gente estaba mirando y luego convirtió esas imágenes en postales para vender. Estre ingenioso truco hizo que se fijaran en él y recibiera atención internacional.
No se ha oído hablar demasiado de este invento y desde luego no hay demasiadas imágenes que hayan visto la luz, pero por suerte siempre salen de alguna manera para que podamos disfrutar de los logros en la fotografía.