8_16_bitsA menudo hablamos de la profundidad de color de un formato de archivo, para indicar su calidad, la información que este contiene o la capacidad que un tipo de fichero tiene para su posterior edición. En ese momento se empieza a hablar sobre los bits por canal que tiene el formato determinado (8, 16 o 32 bits).

En estos momentos gran parte de las personas que leen o escuchan un comentario de este tipo, empiezan a mirar con cara “incómoda”. Y es muy lógico ya que es difícil de explicar sin entrar en tecnicismos.

Básicamente podemos definir la profundidad de color de una imagen haciendo una analogía con la pintura.  Es el equivalente a la paleta de colores de la que dispone un pintor. Cuantos más colores y tonos de color disponemos más suave serán las transiciones de color o degradados. Con lo que tendremos más precisión para definir un color, tendremos más gama de valores de luminosidad y evidentemente tendremos más margen de ajuste para editar o ajustar una imagen, si es necesario.

Llegados a este momento podemos llegar a la conclusión que las imágenes con más “bits ” son “mejores”. Y tiene su parte de verdad.

No obstante , afirmar que las fotos con menos paleta de color (menos cantidad de “bits por canal”) son peores, no es absolutamente cierto. Ya que si tenemos en cuenta que la imagen final, que usaremos para imprimir, para web, para el laboratorio, etc., casi con absoluta certeza, la tendremos en la mínima profundidad de color (8 bits por canal de color), puede parecer incoherente manejar imágenes de más gama de color.

Vamos a desarrollar más esta explicación:
Independientemente de que la imagen final (acabada y lista para su destino) sea un archivo Tiff, Jpeg, Psd, etc., hemos de tener en cuenta que su profundidad de color ha de ser de 8 bits. De otra forma o no podríamos guardar el archivo con un formato determinado (Jpeg) o probablemente la impresora, imprenta o laboratorio no nos admitirán una imagen con tanta información. Con lo que, al final de todo el proceso de nuestro flujo de trabajo deberemos tener una foto en 8 bits.

Teniendo en cuenta este factor, hay una tendencia (algunos fotógrafos) a trabajar en 8 bits. La idea se basa en la “captación de la imagen perfecta”. Siendo puristas y muy precisos, podemos llegar a obtener una calidad tan buena o mejor que la que obtienen los que trabajan con más profundidad de color.

Evidentemente, el uso intensivo del fotómetro (ese gran desconocido actualmente) para clavar la exposición, junto a unos finos ajustes de los parámetros de nuestra cámara, una medición de color (balance de blancos) precisa (técnicamente), respecto al valor “matemáticamente correcto” o al que sea de nuestro agrado (no es lo mismo), son valores que no podemos dejar libres a la elección del Dios “AUTO”.

Si no podemos ser tan finos en los ajustes y mediciones por las condiciones de trabajo, no tenemos la técnica suficiente para afinar debidamente, queremos tener la seguridad que nos brinda trabajar con un cierto margen o posteriormente tenemos que aplicar una cierta cantidad de edición o ajustes a las fotos, lo mejor es trabajar con más profundidad de color.

Las cámaras actuales permiten trabajar en 12 o 14 bits (En formato Raw) de profundidad de color (que es mucha más información de la que nos ofrece los 8 bits), lo que nos puede llamar la atención. Ya que habitualmente los programas trabajan en 8, 16 o 32 bits. El motivo es que las aplicaciones como Photoshop no trabajan con unidades intermedias, así que la cámara genera un archivo de una cantidad determinada de profundidad de color y “falsea” el resto de información hasta llegar a la unidad inmediata superior. Lo que permite que los programas puedan abrir y manejar la imagen como si contenierá 16 bits de información.

Es decir , en una foto es de 12 bits, la cámara “rellenará” los campos que falten hasta llegar a cubrir lo que haría una foto de 16 bits. Con esta pequeña “trampa” la foto es compatible.

Con una foto de profundidad de color amplia (12 o 14 bits), realmente tenemos una imagen que nos permite ajustar o retocar con un gran margen. Así como arreglar una foto mal realizada (sin milagros), ya que disponemos de muchos más niveles de información. Con lo que al realizar ajustes la imagen se verá menos afectada, ya que tiene muchísimos más valores de información para mostrar la imagen.

Una vez ajustada la imagen, retocada (los retoques, que no modifican valores de información, no es necesario hacerlos con más profundidad de color, ya que no perdemos calidad al realizarlos), modificado su tamaño (interploación), si es necesario, y aplicado el foco correspondiente (por el método preferido: máscara de enfoque, enfoque del canal de luminosidad, etc.), procederemos a reducir la profundidad de color a 8 bits. Con lo que acabaremos de realizar los últimos toques y podemos dar por finalizado el proceso de nuestra imagen con la máxima calidad que esta nos permita.

En cualquier caso, no hay una opción que sea la mejor, la “ganadora absoluta”, ya que, de escoger la máxima profundidad de color tendremos una “penalización” importante en el tamaño de archivo. De entrada el formato de disparo que nos permite trabajar  en “16 bits” NO es ni Jpeg, ni Tiff (las cámaras que lo soportan) (*), es “RAW”, con lo que esto nos implica:
– Archivos de mayor tamaño que los Jpeg.
– Más tiempo de guardado en tarjeta de memoria.
– Menos fotos grabables en una tarjeta .
– Mayor tiempo de descarga al ordenador.
– Software compatible para “revelar” (Ajustar/editar) las fotos Raw y convertirlas en otro formato.
– Tiempo para el procesado del RAW.

Por otro lado, los archivos de cámara de 8 bits (habitualmente Jpeg) tienen sus ventajas (tamaño de archivo reducido, velocidad de disparo elevada, etc.), no obstante también tienen su penalización:
– Poco margen de error en la toma (exposición, balance de color, ajustes de imagen, etc.) sin perdidas significativas en la calidad final.
– No poder rectificar ajustes posteriormente.
– No poder rectificar el nivel de compresión de archivo por uno menos agresivo.
– No poder cambiar el tamaño de la imagen (la resolución), si hemos escogido uno inferior al máximo.

Como conclusión, hemos de escoger el formato de imagen que tenga la profundidad de color que más nos interese en función de la situación a fotografiar, y al control que tengamos de nuestra cámara y/o de nuestro software de “revelado” de Raw.

Pondré unos ejemplos del uso que haría en distintas situaciones:
– Bodas. Casa del novio/a y ceremonia: 16 bits (Raw).
– Bodas. Fotos de mesas (Invitados): 8 bits (Jpeg).
– Reportaje rápido: 8 bits (Jpeg)
– Reportaje: 16 bits (Raw)
– Foto de estudio: 16 bits (Raw)

Otro punto a tener en cuenta para escoger una profundidad de color para una situación determinada es el tipo de cámara que usaremos. Cualquier cámara trabaja sin problemas en Jpeg, pero no todas pueden trabajar en Raw (la mayoría de cámaras compactas), y las que pueden, han de poder trabajar con la agilidad necesaria para el tipo de situación a fotografiar, ya que estos archivos son de mayor tamaño (en Megas), tardan más en grabarse y ralentizan la ráfaga de disparo (cadencia de fotos por segundo).

Datos técnicos. Equivalencias de bits por canal y sus niveles:
1 bit = 2 niveles (0/1 = Si/No)
8 bits = 256 niveles por canal de color (x3 canales de color (RGB) = 256 x 256 x 256 = 16.777.216 colores que puede representar cada píxel)
12 bits = 4.096 niveles por canal de color.
16 bits = 65.536 niveles por canal de color.

(*): Hay que puntualizar que aunque técnicamente un formato Tiff es capaz de admitir imágenes en 16 bits, las cámaras que permiten disparar sobre Tiff sólo lo hacen en 8 bits. Pensemos que un archivo de 16 bits ocupa el doble de espacio en megas, que el mismo en 8 bits.

Un artículo de Joan Boira.