Mucha gente tiene entendido, erróneamente, que los teleobjetivos producen una compresión de la perspectiva y que los angulares crean el efecto contrario. Nada más lejos de la realidad! La perspectiva de una fotografía depende únicamente del punto de vista y la visual principal que hayamos elegido para realizarla, pero nunca de la distancia focal del objetivo que utilizamos. Otra cosa será el encuadre, o recorte, que elegimos por la fotografía, ya sea de forma analógica o digital, pero éste nunca variará la perspectiva.
Primero intentaré justificar porque podemos romper inmediatamente este principio fotográfico equivocado y ampliamente extendido. Una vez escogido el punto de vista (punto donde colocamos la cámara) y la visual principal (eje descrito por el punto de vista y el punto donde apuntamos con el centro de nuestro visor) para realizar una fotografía, queda totalmente definida la perspectiva de la misma. Entonces podemos acabar de definir el encuadre, o recorte, de manera analógica escogiendo la distancia focal (cambiado el objetivo o girando el anillo pertinente en los objetivos zoom), o de manera digital a posteriori realizando un recorte de la imagen con un programa de edición. Pero en este segundo paso de encuadramiento nunca nos variará la perspectiva, sólo elegiremos con qué elementos queremos llenar nuestra imagen. Es por eso que si sin mover el punto de vista hacemos dos fotos con dos distancias focales diferentes, obtendremos dos imágenes iguales si recortamos digitalmente la de distancia focal más baja (angular) llenando el encuadre de la misma manera que lo hemos hecho con la de distancia focal más grande (teleobjetivo), sin que ello altere la perspectiva de los elementos que salen en las dos imágenes.

Por lo tanto qué es la compresión de la perspectiva que hemos oído nombrar tantas y tantas veces? Es el efecto que únicamente conseguimos variando y escogiendo adecuadamente el punto de vista, y que ahora explicaré mediante el siguiente ejemplo. Supongamos que estamos en una habitación muy cerca de una ventana y miramos a través de esta hacia el exterior. Fuera hay una pirámide y la vemos totalmente entera debido a nuestra proximidad a la ventana. Esto es lo que se representa en la figura A. Vemos la posición de la cámara y las visuales del objetivo. Las visuales a puntos son las que delimitan el campo visible máximo que nos permite el objetivo en cuestión, que supondremos de focal fija. Las visuales con línea continua representan todo el campo de visión que nos permite la ventana para ver el exterior, únicamente supeditado a la posición del punto de vista.

figura A

La figura B muestra una representación esquemática de lo que veríamos por el visor. Aparece la ventana, con un trozo pequeño de pared, y a través de ella la pirámide completamente entera.

figura B

Ahora supongamos que recolocamos la cámara más apartada de la ventana tal y como muestra la figura C. Las visuales que delimitan el campo visible máximo que nos permite el objetivo evidentemente no han variado porque hemos supuesto que era de focal fija, pero las visuales que representan todo el campo de visión que nos permite la ventana para ver el exterior sí son diferentes. El ángulo de visión del exterior se ha reducido.

figura C

Ahora podemos ver una parte mucho más pequeña del exterior y la pirámide no aparece entera, tal y como nos representa la figura D. Por contrapartida vemos más parte de la habitación y nos aparecen las aristas entre techos y paredes. Si fuéramos rigurosos, las dimensiones de la pirámide deberían ser sensiblemente más pequeñas en la figura D respecto la figura B, ya que nos hemos apartado unos metros de la pirámide al retroceder dentro de la habitación, pero la sensación es que la pirámide es más grande debido al enmarcado que nos produce la ventana con el ángulo de visión exterior más reducido. La pirámide aparenta ser más cercana. Este efecto es lo que conocemos como compresión de la perspectiva.

figura D

En las dos imágenes siguientes podéis ver el caso del ejemplo realizado de forma real. Los edificios del exterior parecen más cercanos en la imagen de la derecha, pero no deja de ser un hecho puramente subjetivo debido a la compresión de la perspectiva.

Esto lo podéis comprobar a simple vista, sin utilizar ninguna cámara ni objetivo, con lo cual se demuestra que este efecto de compresión es totalmente independiente de la variación de la distancia focal. Por tanto, una receta operativa, como resumen de todo, podría ser que primero busquéis el punto de vista desde donde apuntar con la cámara hacia otro punto en concreto y, una vez definida la perspectiva con ello, elijáis la distancia focal adecuada para llenar el encuadre según vuestros propósitos. También podríamos llegar a la conclusión de que si los sensores de las cámaras fueran capaces de ampliar tanto como quisiéramos digitalmente sin perder calidad alguna, podríamos disparar siempre con gran angular y recortar siempre a posteriori digitalmente sin tener que cambiar nunca las distancias focales. Es por ello que el único sentido de utilizar diferentes distancias focales es para conseguir siempre la máxima calidad, encuadrando la escena deseada de manera analógica para evitar al máximo el zoom digital.