La gestión de color es el sistema para mantener y preveer, con unos márgenes tolerables, las propiedades de una imagen desde la entrada (toma) pasando por la visualización (pantalla) y llegando a la salida (impresión).
Todos los dispositivos de captación, visualización e impresión que se dediquen a reproducir imágenes con precisión deben estar calibrados y usar un perfil personalizado.
La calibración es un proceso de ajuste del dispositivo para que este represente las imágenes de la forma más neutra posible y sacando la máxima gama de densidad posible.
A partir de una calibración precisa conseguiremos un punto de partida a partir del cual podremos realizar la generación de su perfil.
El perfil es un archivo que describe el comportamiento del dispositivo, en las condiciones de la luz, tintas, papel, etc., indicando cuales son las características de reproducción del color, y los límites que este puede representar.
El proceso de perfilado analiza los valores de color que representa el dispositivo, a través de unas muestras de color y densidad, y los relaciona con los que teóricamente debería representar, describiendo el comportamiento de este dispositivo.
El perfil describe el comportamiento del dispositivo en el momento de su creación. Si varía la calibración, ajuste, comportamiento o condiciones en las que se creó … el perfil ya no es valido, porque deja de ser preciso.
Un correcto proceso de calibrado y perfilado garantiza el mejor comportamiento del dispositivo. Lo que no significa que dos dispositivos del mismo tipo se comporten exactamente igual.
La finalidad es que la reproducción de las imágenes sea de la forma más fiel posible y representando la máxima gama del espectro.
Un artículo de Joan Boira.